viernes, 28 de febrero de 2025

Por la dureza de vuestro corazón...

Viernes de la VII Semana del Tiempo Ordinario

Jesús sobrepasa todos los límites que el fariseísmo del siglo I imponía a los demás haciendo una interpretación rigurosa de la tradición y de la ley. Pero la superación de los límites que hace Jesús va al centro de la vida religiosa, a la voluntad de Dios, la libertad del hombre y su disposición del corazón. Por eso, en ocasiones, también a nosotros nos sorprenden ciertas cosas. Es bueno hacer reflexión y pasar por el filtro del evangelio y de la oración aquello que construye nuestra vida.


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Mc 10,1-12

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba.

Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba:

«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».

Él les replicó:

«¿Qué os ha mandado Moisés?».

Contestaron:

«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».

Jesús les dijo:

«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.

De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.

Él les dijo:

«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio». 

jueves, 27 de febrero de 2025

Vivid en paz unos con otros...

 Jueves de la VII Semana del Tiempo Ordinario

Jesús llama la atención a los discípulos sobre sus actitudes. La forma de mirar alrededor y a las personas con las que convivimos ha de asemejarse a la forma como Dios nos mira. Porque lo importante es lo que brota del interior del hombre y eso es lo que nos construye y lo que nos acerca a Dios. Si estamos convencidos de que Dios acompaña y guía nuestra vida seguro que miraremos como él mira, con ternura y misericordia.


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Mc 9,41-50

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la "gehenna", al fuego que no se apaga.

Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la "gehenna".

Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la "gehenna", donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros».

miércoles, 26 de febrero de 2025

No se lo impidáis...

 Miércoles de la VII Semana de Tiempo Ordinario

Te imaginas que nos creemos tan buenos seguidores de Cristo que nos erigimos en los únicos que somos buenos, que hacemos lo que se debe a los ojos de Dios. Sí, eso, como si la obra de Dios solo encontrase el cauce de nuestras acciones para llegar a todos los hombres. Pero el Espíritu de Dios sopla en cualquier dirección, en aquellas que acercan un poquito más el reino de Dios.


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Mc 9,38-40

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».

Jesús respondió:

«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

martes, 25 de febrero de 2025

Sea el servidor de todos...

 Martes de la VII Semana del Tiempo Ordinario

Sí, posiblemente algunos entendieron y entienden que dios tenía que irrumpir en la historia como un ser superior que mostraría su poder de manera espectacular y, posiblemente, como un dios vengador. Pero no, el Dios de Jesucristo es un Dios misericordioso y que pide que seamos sus testigos desde el servicio, con una actitud humilde. No sería exagerado pensar que aún hoy siguen esperando a ese Dios espectáculo vengador. Ese no es el Dios de Jesucristo.


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Mc 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.

Les decía:

«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».

Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.

Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:

«¿De qué discutíais por el camino?».

Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.

Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:

«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».

Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:

«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

lunes, 24 de febrero de 2025

Creo, pero ayuda mi falta de fe...

 Lunes de la VII Semana del Tiempo Ordinario

Fe y oración. Estas son las condiciones que Jesús pone en los sentidos de los oyentes y de los destinatarios de su obra para que pueda darse el milagro de la expulsión de este demonio. La fe del destinatario es condición indispensable. Solo la fe lo puede todo. Pero a los apóstoles les pide además oración. Sin ella se desvinculan los signos de su verdadera naturaleza. Pierden su esencia. Como nuestra vida creyente. Sin fe y sin oración parecen vacías.


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Mc 9,14-29

En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos.

Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo.

Él les preguntó:

«¿De qué discutís?».

Uno de la gente le contestó:

«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces».

Él, tomando la palabra, les dice:

«¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Se lo llevaron.

El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.

Jesús preguntó al padre:

«¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?».

Contestó él:

«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».

Jesús replicó:

«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».

Entonces el padre del muchacho se puso a gritar:

«Creo, pero ayuda mi falta de fe».

Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:

«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».

Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.

El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto.

Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.

Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:

«¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?».

Él les respondió:

«Esta especie solo puede salir con oración».

domingo, 23 de febrero de 2025

Amad...

 VII Domingo del Tiempo Ordinario

No parece que el evangelio de hoy nos presente pasajes reconfortantes. Más bien contrastes propios de una vida que nos conduce a la incertidumbre, la duda y la inquietud. Frente a la injusticia no se exige inicialmente la reparación, ni siquiera la respuesta con la misma medida. No, el reino de Dios no funciona como los reinos humanos. El reino de Dios tiene un motor distinto, en el que quedan a un lado el rencor, la venganza, la agresión o la violencia. El reino de Dios se rige por el amor y fruto de él la misericordia. Nosotros debemos discernir si en nuestra vida rigen los principios del reino de Dios o los de poder de los hombres.


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Lc 6,27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

viernes, 21 de febrero de 2025

Si alguno quiere...

 Viernes de la VI Semana del Tiempo Ordinario

Jesús es exigente. Sí, lo es. Pero la exigencia de Jesús es una llamada a la coherencia, a dotar de sentido la vida de sus discípulos. No sirven de mucho las reglas que se imponen desde fuera, esas pueden obligar, pero rara vez aportan y construyen la interioridad del ser humano. Tampoco aportan mucho las decisiones que se mueven por caprichos. Solo desde el convencimiento, desde la adhesión persona al proyecto de Jesús con el que te identificas puede uno comprometerse en algo grande que dé sentido y aporte altas dosis de felicidad a nuestra vida, a veces anodina.


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Mc 8,34-9,1

En aquel tiempo, llamando a la gente y a sus discípulos, Jesús les dijo:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».

Y añadió:

«En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia».

jueves, 20 de febrero de 2025

¿Quién dices que soy yo?

Jueves de la VI Semana del Tiempo Ordinario

En algún momento de la vida de fe de cualquier discípulo surge la pregunta fundamental, ¿quién es Jesús para mí? No hay duda que este interrogante ha transformado la vida de millones de personas. Para unos ha sido causa de vida con sentido. Para otros motivo de división. Para otros de rechazo y para otros mera indiferencia. En el siglo XXI, en 2025, el 20 de febrero, hazte la pregunta ¿quién es Jesús para ti?


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Mc 8,27-33
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».
Tomando la palabra Pedro le dijo:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

miércoles, 19 de febrero de 2025

¿Ves algo?

 Miércoles de la VI Semana del Tiempo Ordinario

Cuántas veces nos centramos en la apariencia, vemos, pero no miramos y acabamos interpretando y juzgando a las personas y sus circunstancias por lo que no es. Hemos llegado a creer que se trata de una enfermedad, pero no nos engañemos, padecemos un tipo de ceguera selectiva e interesada que no nos deja ver el interior propio ni la profundidad de las personas con las que compartimos la vida diaria. Necesitamos que alguien sane nuestras cegueras, que ilumine nuestro sendero y deje entrar en nuestras vidas la luz de la vida y de la verdad.


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Mc 8,22-26

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.

Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase.

Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:

«¿Ves algo?».

Levantando los ojos dijo:

«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan».

Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.

Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.

martes, 18 de febrero de 2025

Estad atentos...

 Martes de la VI Semana del Tiempo Ordinario

La preocupación de los discípulos no parece estar en sintonía con Jesús. Siguen preocupándose de lo superficial mientras él les habla de cosas esenciales. No parece que tengan el corazón dispuesto. Algo les distrae. Serán sus preocupaciones, o su forma de entender el mensaje de Jesús, o la rutina de su vida. Por eso la advertencia de poner todos los sentidos en lo importante. ¿Dónde los hemos puesto nosotros?


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Mc 8,14-21

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó tomar pan y no tenían más que un pan en la barca.

Y Jesús les ordenaba diciendo:

«Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes.»

Y discutían entre ellos sobre el hecho de que no tenían panes.

Dándose cuenta, les dijo Jesús:

«¿Por qué andáis discutiendo que no tenéis pan? ¿Aún no entendéis ni comprendéis? ¿Tenéis el corazón embotado? ¿Tenéis ojos y no veis, tenéis oídos y no oís? ¿No recordáis cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil?».

Ellos contestaron:

«Doce».

«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?».

Le respondieron:

«Siete».

Él les dijo:

«¿Y no acabáis de comprender?».

lunes, 17 de febrero de 2025

¿Por qué esta generación reclama un signo?

 Lunes de la VI Semana del Tiempo Ordinario

Posiblemente resulte más fácil dar credibilidad a aquello que sobresale de lo cotidiano. De hecho seguimos sin pudor a las estrellas del deporte, de la cultura, de le economía, etc… Sin embargo, cómo nos cuesta dar crédito a la humildad y a la sencillez. Y es precisamente ahí donde Dios se manifiesta, se da a conocer…


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Mc 8,11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.

Jesús dio un profundo suspiro y dijo:

«¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación».

Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

domingo, 16 de febrero de 2025

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros...!

VI Domingo del Tiempo Ordinario

Se lleva mucho lo de la búsqueda de la felicidad. Y algunos dicen que es irreal. Quizá es que no tenemos todos el mismo concepto de felicidad. Eso de sentirse a gusto con uno mismo, de ser dueño de tu vida y de tus decisiones. Eso de no sentir miedo porque has decidido encarar tu vida con unos criterios y valores que merecen la pena. Esta propuesta no es otra que la que Dios te propone. Esas bienaventuranzas extrañas que parecen encaminadas al fracaso. En el mismo texto de Lucas aparecen, a continuación, cuatro amenazas, que no es otra cosa que la consecuencia fraudulenta de las bienaventuranzas. Así nos engañamos, que no engañamos a Dios. Querer quedar bien con todos no será muy acorde a la exigencia evangélica, por lo que pide de coherencia y profundidad. 


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Lc 6,17.20-26

En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:

«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!

¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».


viernes, 14 de febrero de 2025

Poneos en camino...

San Cirilo y San Metodio, Patronos de Europa

Viernes de la V Semana del Tiempo Ordinario

En este mundo tan cambiante ¿quién no quiere seguridades? El que esté libre de esta tentación que tire la primera piedra. Y así salimos a nuestras pequeñas o grandes responsabilidades pastorales. Así pretendemos ser testigos. No parece concordar mucho con la demanda de Jesucristo: nos quiere en camino, desprendidos, sin más seguridades que la confianza en él y en su Palabra, no en la nuestra. Dejando que sea él quien hable por nuestra boca y por nuestros gestos. Haciendo de nuestra vida un espejo de su ser. Y sin ser perfectos, pero caminando constantes hacia la santidad. Cojamos el espejo y miremos, pero miremos dentro…


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Lc 10,1-9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.

Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros"».


jueves, 13 de febrero de 2025

La mujer era pagana...

Jueves de la V Semana del Tiempo Ordinario

No nos vamos a engañar. Somos muy dados a juzgar, a simpatizar y empatizar, pero con aquellos que piensan como yo. Nos resulta fácil acoger al que es, siente y piensa como nosotros lo hacemos. Pero acoger al diferente nos cuesta mucho. Quizá podríamos preguntarnos ¿qué haría Jesús cuando a nuestra puerta, a nuestra comunidad cristiana, a nuestra iglesia llaman los alejados, los que no piensan igual y no sienten lo mismo, pero que sí que necesitan de la atención del Señor? Jesús responde con gestos reales y concretos, como el del evangelio de hoy…


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Mc 7,24-30

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.

Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.

Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.

La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.

Él le dijo:

«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella replicó:

«Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».

Él le contestó:

«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».

Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.


miércoles, 12 de febrero de 2025

Lo que sale de dentro...

Miércoles de la V Semana del Tiempo Ordinario
Valorar las cosas en su justa medida se nos antoja a veces tarea imposible. Hemos puesto tantas normas, tantos impedimentos, tantos criterios que nos parece imposible aplicar el sentido común. Y Dios nos da pistas para que entendamos el sentido de las normas, pero de las que engrandecen al hombre, no de las que lo atan. El hombre crece cada vez que cumple con las normas del corazón, las que dan sentido a la existencia humana, que pasan por mirar hacia adentro y ver la intención, la disposición y la voluntad del corazón humano. Imponer es atar. Amar es liberar.

Mc 7,14-23
En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre».
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola.
Él les dijo:
«¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina».
(Con esto declaraba puros todos los alimentos).
Y siguió:
«Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

 

martes, 11 de febrero de 2025

Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición...

 Nuestra Señora de Lourdes

Martes de la V Semana del Tiempo Ordinario

Los sabios del judaísmo oficial vigilaban que los preceptos de la tradición y los ritos judíos se realizasen con pulcritud, no parece que les importase si esos ritos seguían en vigor o estaban ya vacíos de sentido. Jesucristo da sentido a la ley al imprimir un carácter novedoso, no cabe una tradición vacía ni un ritualismo sin significado profundo. Es bueno actualizar la Palabra de Dios y dejarnos interpelar por ella, para que revisemos nuestras tradiciones y nuestras costumbres, no sea que se nos vacíen de sentido.


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Mc 7,1-13

En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).

Y los fariseos y los escribas le preguntaron:

«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».

Él les contestó:

«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:

"Este pueblo me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí.

El culto que me dan está vacío,

porque la doctrina que enseñan

son preceptos humanos".

Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».

Y añadió:

«Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y "el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte". Pero vosotros decís: "Si uno le dice al padre o a la madre: los bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada", ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».

lunes, 10 de febrero de 2025

Los que lo tocaban se curaban...

 Santa Escolástica, virgen

Lunes de la V Semana del Tiempo Ordinario

Jesús busca un tiempo y un espacio para descansar con sus discípulos. Pero nada más llegar la necesidad de las personas le impide el descanso. Sana, cura y limpia permitiendo que los necesitados apenas toquen el borde de su manto. No habla, no hace ningún signo. Pero Dios sigue actuando en la aparente inactividad. ¡Cuántas personas descartadas en nuestra sociedad porque no producen o no aportan…!


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Mc 6,53-56

En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.

Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.

En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

domingo, 9 de febrero de 2025

Rema mar adentro...

 V Domingo del Tiempo Ordinario

De lo cotidiano a lo profundo, sin que apenas nos demos cuenta. Así es Dios y así actúa en nuestras vidas. Jesús está hablándole a la gente y finalizado el acto le pide a Pedro que reme mar adentro y que allí eche las redes. O lo que es lo mismo, que más allá de lo que hace habitualmente, vaya a lo profundo, al interior de sí mismo y de las personas y allí eche las redes. Porque atraer a las personas en lo superficial puede ser fácil, pero es efímero y pasajero, un acto más de consumo. Pero si vas a lo profundo de cada persona y se convierte de corazón habrás conseguido que su vida tenga sentido. Ese será un nuevo testigo, un nuevo pescador de hombres. Allí es donde Dios actúa, en tu interior.


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Lc 5,1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.

Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».

Respondió Simón y dijo:

«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:

«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Y Jesús dijo a Simón:

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

viernes, 7 de febrero de 2025

Es un profeta...

 Viernes de la IV Semana del Tiempo Ordinario

Comienza el evangelio hablando de Jesús, pero enseguida pasa a describir la muerte de Juan el Bautista. Esta muerte de Juan prefigura la de Cristo y la de todos aquellos que denuncian la mentira, la injusticia y la opresión. Seguimos necesitando profetas valientes que hagan de la verdad su bandera.


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Mc 6,14-29

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.

Unos decían:

«Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».

Otros decían:

«Es Elías».

Otros:

«Es un profeta como los antiguos».

Herodes, al oírlo, decía:

«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».

Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.

El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.

Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.

La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.

La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:

«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».

Y le juró:

«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».

Ella salió a preguntarle a su madre:

«¿Qué le pido?».

La madre le contestó:

«La cabeza de Juan el Bautista».

Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:

«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».

El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.

Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.

miércoles, 5 de febrero de 2025

Se admiraba de su falta de fe...

Santa Águeda, mártir

Miércoles de la IV Semana del Tiempo Ordinario

Asombro de los paisanos de Jesús al oírle en la sinagoga y asombro de Jesús por la falta de fe de sus paisanos. Así son las cosas de Dios: un misterio. Nadie es profeta en su tierra. Allí donde brota la salvación y la vida, germinan también la destrucción y la muerte.


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Mc 6,1-6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.

Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:

«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».

Y se escandalizaban a cuenta de él.

Les decía:

«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».

No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.

Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.


martes, 4 de febrero de 2025

Tu fe te ha salvado...

Martes de la IV Semana de Ordinario

Es la fe la que arrastra a la multitud tras la estela de Jesús. Pero no todos se muestran esperanzados, algunos curiosean con el único fin de desacreditar el mensaje de coherencia del maestro. El que es la luz, es también la esperanza de los sencillos, de los humildes y los que sufren. Y es que Jesús se abre a todos, pero espera la respuesta de disposición interior para poder llevar a cabo su misión.


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Mc 5,21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».

Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:

«Con solo tocarle el manto curaré».

Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:

«¿Quién me ha tocado el manto?».

Los discípulos le contestaban:

«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: «¿Quién me ha tocado?»».

Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.

Él le dice:

«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

«No temas; basta que tengas fe».

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:

«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:

«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.