San Antonio Abad
Compadecerse… No significa dar
pena, sino sentir lo que siente el otro o padecer con el otro. La clave para
iniciar el camino de la transformación de la realidad es esta: la sensibilidad.
Sensibilidad que hemos dejado en manos de la inmediatez y la fugacidad de las emociones.
No es esta la sensibilidad que tiene y nos pide Jesús. Es una sensibilidad que
nos hace estar alertas y actuar de modo que hagamos que la misma realidad se
vea transformada, traspasada por la mirada vivificante de Dios.
Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se acercó a
Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme.
Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: Quiero: queda limpio. La
lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole
severamente: No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al
sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que sirva de
testimonio. Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el
hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se
quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.
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