viernes, 11 de enero de 2019

Se hablaba de él cada vez más...

Jesús continúa su programa de salvación. En esta ocasión la curación de un leproso. La lepra no era solo una enfermedad incurable, sino que además suponía un estigma social y la exclusión de la comunidad. Los enfermos de lepra eran apartados del resto de la sociedad. Si se producía el milagro, eran los sacerdotes, la religión oficial, quien debía certificar la curación y el reingreso en la comunidad. La diferencia, en este caso, es la respuesta de amor y fe de Jesús y del leproso curado.
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Lucas 5, 12-16
Sucedió que, estando Jesús en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús, cayendo sobre su rostro, le suplicó diciendo:
Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo:
Quiero, queda limpio.
Y enseguida la lepra se le quitó.
Y él le ordenó no comunicarlo a nadie; y le dijo:
Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación según mandó Moisés, para que les sirva de testimonio.
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades.
Él, por su parte, solía retirarse a despoblado y se entregaba a la oración.

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