San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno
Los judíos esperaban un Mesías
radiante, que apareciese en el alero del templo y brillase por encima del
resto. No esperaban un Mesías niño, alguien que desde la sencillez y la
inocencia revelase la auténtica esencia de Dios. Es posible que el “mesías” que
nosotros esperamos sea también así, el que viene entre las espléndidas luces de
la navidad consumista… es posible que por ello nos cueste encontrar el rostro
de Dios…
Juan 1, 19-28
Este es el testimonio de Juan,
cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le
preguntaran:
¿Tú quién eres?
Él confesó y no negó; confesó:
Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron:
¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?
Él dijo:
No lo soy.
- ¿Eres tú el Profeta?
Respondió: No.
Y le dijeron:
¿Quién eres, para que podamos dar
una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?
El contestó:
Yo soy la voz que grita en el
desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.
Entre los enviados había fariseos
y le preguntaron:
Entonces, ¿por qué bautizas si tú
no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió:
- Yo bautizo con agua; en medio
de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy
digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la
otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
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