miércoles, 24 de julio de 2019

Esta no es una parábola más...


Quizá la parábola más concreta de las que nos narra el Evangelio. La Palabra de Dios siempre llega a los hombres y mujeres, pero no siempre encuentra el mejor terreno para fructificar. Dios propone desde el amor y la libertad. El hombre responde desde su libertad. Esta es la grandeza del Dios de Jesucristo. No impone, propone un modelo de vida que transforma la propia esencia del hombre.

Mt 13,1-9
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que  subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas:
-«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga.»

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