La falta de fe genera
desconfianza. Y la desconfianza miedo. El miedo es el signo de la falta de control,
de vacío y de infelicidad. Así funciona el ser humano. Cuando no asentamos
nuestra vida en principios sólidos, en valores, en una roca firme dudamos de
nosotros, de los demás y del mismo Dios. Son nuestras inseguridades las que nos
hacen tambalear. Pero, ¿dónde se asientan nuestras seguridades?
Mt 9,1-8
En aquel tiempo, subió Jesús a
una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un
paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al
paralítico:
–¡Animo, hijo!, tus pecados están
perdonados.
Algunos de los letrados se
dijeron:
–Este blasfema.
Jesús, sabiendo lo que pensaban,
les dijo:
–¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es
más fácil decir: «tus pecados están perdonados», o decir «levántate y anda»?
Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para
perdonar pecados –dijo dirigiéndose al paralítico–:
–Ponte en pie, coge tu camilla y
vete a tu casa.
Se puso en pie, y se fue a su
casa.
Al ver esto, la gente quedó
sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario