Domingo XIV del Tiempo Ordinario
Enviados a los hombres y mujeres
del siglo XXI, los cristianos llevamos paz. La propuesta del Evangelio no se
impone, se propone. No es agresiva, completa los anhelos y deseos de todos los
seres humanos. Somos mensajeros de paz…
Lc 10,1-12.17-20
En aquel tiempo, designó el Señor
otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los
pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
-La mies es abundante y los
obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os
mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni
sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid
primero: «Paz a esta casa.» Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos
vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y
bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si
entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los
enfermos que haya, y decid: «está cerca de vosotros el Reino de Dios.»
Cuando entréis en un pueblo y no
os reciban, salid a la plaza y decid: «Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se
nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros.» «De todos modos,
sabed que está cerca el Reino de Dios.»
Os digo que aquel día será más
llevadero para Sodoma que para ese pueblo.
Los setenta y dos volvieron muy
contentos y le dijeron:
-Señor, hasta los demonios se nos
someten en tu nombre.
El les contestó:
-Veía a Satanás caer del cielo
como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones
y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres
porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están
inscritos en el cielo.
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