Domingo de la II Semana del Tiempo Ordinario
Con este primer signo, Jesús revela su gloria ante los discípulos,
quienes creen que el Mesíanismo se hace patente. María, la madre, empuja a
Jesús a este primer signo. María, madre, como todas las mamás del mundo, está
muy atenta a las necesidades de los hijos. Nosotros debemos aprender a estar
atentos a la vida de los demás.
Jn 2,1-12
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la
madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a
la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha
llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las
purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de
dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y
entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya
están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en
Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
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