sábado, 10 de septiembre de 2022

De lo que rebosa el corazón habla la boca...

 Sábado de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario

Dios mira al interior del ser humano, que es el espacio más íntimo y sincero. La interioridad es donde atesoramos la verdad rotunda de nuestro ser. Y los frutos de nuestra vida surgen del interior. Lo aparente, la superficialidad no ayudan a construir la verdadera identidad. ¡Qué difícil comunicar lo que no se tiene!


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Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:

«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.

¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?

Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.

El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

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