Miércoles de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario
Seguramente este no es el mensaje que la población espera
recibir en vísperas de lo que parece un duro invierno, especialmente en Europa.
Cansados de ir saltando de crisis en crisis, el evangelio de hoy suena más a
consuelo de pobres. Sin embargo, es cierto que depende en qué cimentemos
nuestra vida y nuestro camino hacia la felicidad. Ante nosotros la propuesta de
Dios, que suena a futuro, a amor y a sentido de vida. Ahora cada uno tendrá que
discernir.
Lucas 6, 20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus
discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de
Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque
quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os
excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del
Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa
será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya habéis recibido
vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis
hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y
lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que
hacían vuestros padres con los falsos profetas».
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