Exaltación de la Santa Cruz
Miércoles de la XXIV
Semana del Tiempo Ordinario
El camino de la cruz no es buscado ni deseado, pero está
ahí. No es fácil acoger la cruz, ni asumirla ni encajar el dolor en el camino
que el ser humano emprende en busca de la felicidad desde la niñez. Pero la
cruz, que está y estará, puede tener otro sentido mirada desde la fe, como Dios
nos ha mostrado. El instrumento humano de tortura lo convirtió Dios en
instrumento de salvación.
Juan 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el
Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga
vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su
Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida
eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está
juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».
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