Santos Inocentes
El Hijo de Dios también tuvo que “emigrar”. Él también
sufrió la persecución y tuvo que dejarlo todo por salvar su vida. ¿Cuántos
niños hoy son víctimas de las mismas atrocidades! ¡Cuántas miradas se giran
hacia otro lado desde el lado rico! ¡Cuánto prejuicio y cuánto odio se ha
sembrado frente a tanto inocente!
Mt 2,13-18
Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se
apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto;
quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para
matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se
fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que
dijo el Señor por medio del profeta:
«De Egipto llamé a mi hijo».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y
mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus
alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta
Jeremías:
«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes;
es Raquel que llora por sus hijos
y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».
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