Viernes de la II Semana de Adviento
¿Acaso no nos parecemos a los insatisfechos del evangelio de hoy? ¿Acaso no mostramos constantemente nuestro reparo? El ser humano está continuamente buscando. Pero además, la pandemia nos ha hecho más inconformistas, exigentes y caprichosos. Nos hemos olvidado del nosotros y hemos acentuado el “yoísmo”. Adviento debe ayudarnos a descentrarnos, a salir de nosotros mismos y adentrarnos en el otro.
Mt 11,16-19
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«¿A quién compararé esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado;
hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
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