San Pedro Canisio, presbítero y doctor
Miércoles de la IV
Semana de Adviento
María no solo mira al hijo que lleva en su seno, ni solo
al Dios que ha escrito parte de la historia en el sí de su sierva. María,
centrada en el Señor, es puente hacia los demás. E Isabel sabe ver esa mirada
de María, por eso le desea la buenaventura. Es la fe, la confianza, lo que hace
de María un modelo a seguir por todos los creyentes.
Lc 1,39-45
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de
prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y
saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María,
saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y,
levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu
vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura
saltó de alegría en mi vientre.
Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho
el Señor se cumplirá».
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