La Natividad de la Virgen María
Viernes de la XXII Semana del Tiempo Ordinario
María, quien desde la libertad abre su corazón a la voluntad de Dios y acepta la complicada misión de ser madre del Salvador. Un reto siempre difícil, a todas luces casi imposible para la sociedad de su época. Así de difícil nos puede parecer a nosotros la llamada de Dios hoy. Pero la fe no es algo que se vive en soledad, la fe es vida compartida en la intimidad del encuentro con el Señor y en la celebración con la comunidad de creyentes.
Mt 1,18-23
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Enmanuel,
que significa "Dios-con-nosotros"».
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