Sábado de la XXII Semana del Tiempo Ordinario
Nos hemos empeñado en encasillar los comportamientos y las actitudes de las personas, quizá en un intento de construir un marco para la convivencia, pero corremos el grave riesgo de encasillar a las personas en su complejidad y a Dios en su enorme bondad. Si encerramos a Dios y al hombre destruimos la grandeza de su relación, de la libertad y del amor.
Lc 6,1-5
Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.
Unos fariseos dijeron:
«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?».
Respondiendo Jesús, les dijo:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».
Y les decía:
«El Hijo del hombre es señor del sábado».
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