XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
En la era de twitter no está muy
de moda la corrección fraterna, sino lo contrario. Sin embargo, es una actitud
muy cristiana ponerse en el lugar del otro y, lejos de juzgar, corregir, con el
único fin de ayudar a tu hermano a ser mejor. La gran familia de Jesús se
construye en torno al amor que acoge, corrige y aúpa a la persona a recuperar
la dignidad.
Mt 18,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti,
repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede
confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la
comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un
pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que
atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la
tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de
vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre
que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos».
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