Santa Isabel de Hungría
Viernes de la XXXII Semana del T.O.
El
enigmático lenguaje del Señor con sus discípulos los desconcierta. La falta de
fe de las generaciones anteriores no parece razón suficiente para alimentar a
esta nueva generación. El miedo, realmente, nos paraliza. Y las dudas favorecen
el miedo. Por eso el Señor nos pide una fe fuerte.
Lc 17,26-37
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como
sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre:
comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el
día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
Asimismo,
como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban,
construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del
cielo y acabó con todos.
Así
sucederá el día que se revele el Hijo del hombre.
Aquel
día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas;
igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acordaos
de la mujer de Lot.
El
que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.
Os
digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo
dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la
dejarán».
Ellos
le preguntaron:
«¿Dónde,
Señor?».
Él
les dijo:
«Donde
está el cadáver, allí se reunirán los buitres».
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