San Luis Gonzaga
Viernes de la XI Semana del Tiempo Ordinario
Si bien es cierto que el cristianismo es una religión de la historia, porque Dios se revela y se hace presente en la historia de los hombres, también es cierto que Jesucristo demanda una honda mirada a la interioridad del ser humano. Ese es el lugar en el que Dios actúa de una manera especial, tocando el corazón del hombre y empujándolo a salir de sí mismo y darse a los demás para transformar la realidad. Si no entendemos este movimiento hacia afuera de la fe, será difícil hacer que el discípulo sea testigo y semilla de una nueva humanidad.
Mt 6,19-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban.
Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».
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