San Ireneo, obispo y mártir
Viernes de la XII Semana del Tiempo Ordinario
Pongámonos en situación. Un
leproso, o lo que es lo mismo, un excluido social, pero también una persona que
sufre por su exclusión, se acerca a Jesús con plena confianza. Jesús es su
única esperanza. La religión oficial ha firmado su sentencia de excomunión
alejándolo de la comunidad con estigmas y prejuicios. Y ¿qué pasa con Jesús?
Dios es de los que se detienen, te miran y te conocen. Y conociéndote te ofrece
la salvación. Ahora piensa a cuántos falsos profetas debes alejar de tu fe y de
tus expectativas. Y cómo miras tú a quien se acerca con esperanza a la
comunidad de los creyentes.
Mt 8,1-4
Al bajar Jesús del monte, lo
siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso,
se arrodilló y le dijo:
«Señor, si quieres, puedes
limpiarme».
Extendió la mano y lo tocó
diciendo:
«Quiero, queda limpio».
Y enseguida quedó limpio de la
lepra.
Jesús le dijo:
«No se lo digas a nadie, pero ve
a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les
sirva de testimonio».
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