IV Domingo de Adviento
La
promesa de Dios a Abrahán se acerca a su cumplimiento definitivo, Dios estará
con nosotros siempre. Dios se hace hombre, uno como nosotros y sellará el pacto
definitivo con la humanidad. El compromiso de Dios es irreversible. Ya no tiene
vuelta atrás.
Mt 1,18-24
El
nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada
con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra
del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla,
decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le
apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-
«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le
pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo
esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad:
la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que
significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando
José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a
casa a su mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario