XIII Domingo del Tiempo Ordinario
Jesús pide un seguimiento radicalmente nuevo. Seguir a
Jesús es ponerlo en el centro de la vida y ello a veces supondrá discernir,
incluso entre aquello que más queremos, nuestra familia. No pide renunciar,
pide centrar. En nuestra vida diaria mantenemos un ritmo vertiginoso, pero qué
importante es tener claras las prioridades. Y las prioridades son las que nos
ayudan a encontrar sentido a nuestra vida.
Mt 10,37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es
digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de
mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su
vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el
que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque
es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es
justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua
fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo
que no perderá su recompensa».
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