Santa María Magdalena
Sábado de la XV Semana
del Tiempo Ordinario
Entre los seguidores de Jesús las mujeres cobran un
protagonismo especial. Algunas de ellas se convirtieron en las primeras
testigos a pesar de la dificultad que entrañaba para una mujer moverse en una
sociedad plenamente machista. Pero el Señor no las dejó a un lado. Seguimos
teniendo esta asignatura pendiente, a pesar de la gran lección que Jesucristo
nos dio.
Jn 20,1.11-18
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al
sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del
sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro
discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde
lo han puesto».
Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras
lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados,
uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han
puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía
que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto
y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero,
anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al
Dios mío y Dios vuestro"».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».
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