Miércoles de la XIII Semana del Tiempo Ordinario
El evangelio no siempre es bien acogido, ni tampoco por
todos. La acogida de la Palabra de Dios es don y es tarea. Es don porque Dios
se ofrece al hombre, pero no es imposición. La respuesta del hombre es libre,
completamente libre.
Mt 8,28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región
de los gadarenos.
Desde los sepulcros dos endemoniados salieron a su
encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has
venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?».
A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba
paciendo. Los demonios le rogaron:
«Si nos echas, mándanos a la piara».
Jesús les dijo:
«Id».
Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se
abalanzó acantilado abajo al mar y murieron en las aguas.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo,
incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al
verlo, le rogaron que se marchara de su país.
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