San Ignacio de Loyola
Lunes de la XVII Semana
del Tiempo Ordinario
Podemos entender la renuncia como una carga o como la
consecuencia lógica de haber elegido un bien mayor. Si pensamos en negativo la
renuncia acarrea un lastre difícil de soportar. Mientras que si la renuncia es
el camino para conseguir una recompensa de sentido para nuestra vida, tanto
mejor…
Lc 14,25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se
volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su
madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a
sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos
de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no
se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea
que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los
que miran, diciendo:
"Este hombre empezó a construir y no pudo
acabar".
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se
sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que
lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados
para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a
todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
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