domingo, 13 de agosto de 2023

Ánimo, soy yo, no tengáis miedo...

 XIX Domingo del Tiempo Ordinario

La noche es uno de esos momentos en los que los miedos nos atormentan. La falta de luz nos conduce a la confusión y entre las sombras de nuestra vida aparecen fantasmas. Esos fantasmas que no nos dejan crecer, confiar y ser discípulos. Necesitamos la fe, la mano del Señor que nos acoja.


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Mt 14,22-23

Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.

Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.

Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.

Jesús les dijo enseguida:

«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».

Pedro le contestó:

«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».

Él le dijo:

«Ven».

Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:

«Señor, sálvame».

Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:

«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».

En cuanto subieron a la barca amainó el viento.

Los de la barca se postraron ante él diciendo:

«Realmente eres Hijo de Dios».

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