San Lorenzo, diácono y mártir
Jueves de la XVIII
Semana del Tiempo Ordinario
El amor fructifica cuando se da. Cuando uno ama crece y da
frutos. Por lo tanto el amor que Dios nos propone no es el que vive en
exclusiva para el enriquecimiento personal, para consuelo egoísta, sino aquel
que se regala como don a los otros, especialmente a quien más lo necesita.
Jn 12,24-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae
en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece
a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera
servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a
quien me sirva, el Padre lo honrará».
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