viernes, 31 de mayo de 2024

Proclama mi alma la grandeza del Señor...

La Visitación de la Virgen María

Viernes VIII Semana del Tiempo Ordinario

María, la mujer sencilla y humilde de Nazaret, reconoce en su embarazo la obra grandiosa de Dios. No es una obra que acaba en ella, sino que se orienta hacia toda la humanidad. El reconocimiento de la gran obra de Dios en su maternidad es fruto de una experiencia profunda de fe. Aún así ella permanece humilde ante la mirada de Dios y de los demás. Dios sigue obrando en nosotros, ¿pero mantenemos esa actitud humilde?


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Lc 1,39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:

«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

María dijo:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.


jueves, 30 de mayo de 2024

Demasiados Bartimeos...

San Fernando

Jueves VIII Semana del Tiempo Ordinario

Bartimeo clama al Señor por su ceguera, desea ver y es escuchado. Hay demasiado ruido a su alrededor. Hay quienes incluso le increpan… Aun así no se rinde e insiste en salir de su exclusión. Jesús escucha y atiende la necesidad. Hoy sigue habiendo Bartimeos, personas cuya ceguera los aparta del grupo. Pero también sigue habiendo quienes increpan para ahogar los gritos de los ciegos (o de aquellos a quienes llamamos ciegos, pero cuya ceguera la causan otros). Dios ama a todos, pero siente una predilección especial por quienes son apartados. Él los acerca, los acoge y les devuelve la dignidad. Y cuando te sientes dignificado te conviertes en testigo.


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Mc 10,46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:

«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».

Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más:

«Hijo de David, ten compasión de mí».

Jesús se detuvo y dijo:

«Llamadlo».

Llamaron al ciego, diciéndole:

«Ánimo, levántate, que te llama».

Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.

Jesús le dijo:

«¿Qué quieres que te haga?».

El ciego le contestó:

«"Rabbuní", que recobre la vista».

Jesús le dijo:

«Anda, tu fe te ha salvado».

Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.


miércoles, 29 de mayo de 2024

Vuestro servidor...

San Pablo VI

Miércoles VIII Semana del Tiempo Ordinario

Cuesta entender que el seguimiento es una entrega amorosa a Dios y a los hermanos. Algunos entendieron y entienden que este camino es una vía para conseguir el éxito personal, un éxito basado en los criterios de la sociedad mercantil. El cristiano entiende éxito como servicio a los demás, salir de uno mismo para darse a los otros. En definitiva el servicio bien entendido es sembrar de huellas del reino de Dios nuestro mundo.


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Mc 10,32-45

En aquel tiempo, los discípulos estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén y Jesús iba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que lo seguían tenían miedo. Él tomó aparte otra vez a los Doce y empezó a decirles lo que le iba a suceder:

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará».

Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:

«Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».

Les preguntó:

«¿Qué queréis que haga por vosotros?».

Contestaron:

«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».

Jesús replicó:

«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».

Contestaron:

«Podemos».

Jesús les dijo:

«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.

Jesús, llamándolos, les dijo:

«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».


martes, 28 de mayo de 2024

Hemos dejado todo y te hemos seguido...

Martes VIII Semana del Tiempo Ordinario

Frente a la riqueza del joven del evangelio de ayer, los seguidores de Cristo buscan la riqueza interior, aquella que de verdad engrandece al ser humano, lo dignifica y lo acerca a Dios. Es la riqueza de quien lo ha dejado todo, de quien asiente su vida en lo sustancial, no en lo material. De quien ha encontrado un tesoro que sobrepasa las expectativas y se asienta en lo imperecedero. ¿Y nosotros, qué hemos encontrado al seguir a Jesús?


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Mc 10,28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:

«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».

Jesús dijo:

«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».


lunes, 27 de mayo de 2024

Una cosa te falta...

Lunes VIII Semana del Tiempo Ordinario

La preocupación del joven rico por garantizarse la vida eterna pasa para él por un exceso de voluntarismo, dejando a un lago la gracia de Dios. El cumplimiento de los mandamientos parece un movimiento puramente unilateral, sin más motivación que el esfuerzo individual. Pero la salvación de la que habla Jesucristo exige salir de uno mismo y adentrarse en el otro y en Dios. La fe es aceptación del don y compromiso vital hacia afuera. Sin dudarlo, un mensaje a nuestro día a día. Quizá hay dimensiones de nuestra vida que alegran más el corazón que la acumulación de dinero.


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Mc 10,17-27

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó:

«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».

Jesús le contestó:

«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».

Él replicó:

«Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».

Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo:

«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:

«¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».

Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:

«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».

Ellos se espantaron y comentaban:

«Entonces, ¿quién puede salvarse?».

Jesús se les quedó mirando y les dijo:

«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».


domingo, 26 de mayo de 2024

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo...

Fiesta de la Santísima Trinidad

VIII Domingo del Tiempo Ordinario

No vamos anunciando el evangelio en vuestro nombre. No somos mensajeros ni testigos de nuestro ego… No. El cristiano anuncia la comunión de amor de Dios con sus gestos, con sus palabras y con su actitud. Todo, desde la palabra al servicio a los demás surge de la comunión de amor del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Un amor que cuanto más se da, más crece. Por eso es tan importante nuestra referencia constante a la trinidad.


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Mt 28,16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.

Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.

Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».


sábado, 25 de mayo de 2024

Dejad que los niños se acerquen a mí...

Sábado VII Semana del Tiempo Ordinario

En ocasiones la realidad nos planta ante la crueldad de las acciones humanas y frente a nosotros el espejo del Evangelio y el rostro del Señor. Moisés reconoció al Señor en la zarza ardiendo… ¿Dónde reconocemos hoy el rostro del Señor? Quizá en los quince mil niños que desde el siete de octubre han fallecido en Gaza víctimas de la sinrazón humana… Niños, sí, como aquellos que el Señor invitaba a estar a su lado.


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Mc 10,13-16

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:

«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».

Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.


viernes, 24 de mayo de 2024

Los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo...

Viernes VII Semana del Tiempo Ordinario

Jesús no deja a nadie indiferente. Ni a sus detractores ni a sus seguidores. Para todos tiene una palabra afilada que va al interior del ser humano. Para sus detractores, que van buscando el conflicto, Jesús utiliza sus propios argumentos, la tradición asentada en Moisés y les recuerda la dureza del corazón. A sus seguidores les responde con la novedad, una verdad incontestable, hombre y mujer, los dos creaturas de Dios y sin diferencias de dignidad… ¿Por qué hacer nosotros las diferencias? ¿Acaso queremos justificarlas en la tradición? ¿En qué tradición?


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Mc 10,1-12

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba.

Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba:

«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».

Él les replicó:

«¿Qué os ha mandado Moisés?».

Contestaron:

«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».

Jesús les dijo:

«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.

De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.

Él les dijo:

«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».


jueves, 23 de mayo de 2024

Esta es mi sangre de la Alianza...

Jesucristo, sumo y eterno sacerdote

Jueves VII Semana del Tiempo Ordinario

Las diferencias son evidentes. En la pascua judía primigenia, Moisés sigue las indicaciones de Yahvé y realiza, junto con el pueblo convocado, el sacrificio del cordero. Un gesto actualizado durante siglos por los sacerdotes del judaísmo. Pero Jesucristo actualiza y encarna el nuevo y definitivo sacrificio en el altar, su propia vida entregada como signo irrefutable de amor de Dios a los hombres. Este es el nuevo sacerdocio que comparte todo el pueblo cristiano, la Iglesia... el de la entrega a todos por amor...


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Mc 14,12a.22-25

El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?"

Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: "Tomad, este es mi cuerpo."

Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella.

Y les dijo: "Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.

Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios."


miércoles, 22 de mayo de 2024

No viene con nosotros...

Miércoles VII Semana del Tiempo Ordinario

Demasiados personalismos a veces en la comunidad cristiana… Precisamente ello conduce a la división. Pero la comunidad de seguidores de Cristo necesita de una única cabeza, la de Cristo. Esta llamada de atención del evangelio de hoy se extiende en el tiempo hasta hoy…


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Mc 9,38-40

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».

Jesús respondió:

«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».


domingo, 19 de mayo de 2024

Recibid el Espíritu Santo...

 Domingo de Pentecostés

El Espíritu Santo es la garantía de que Dios sigue siempre presente en la vida de los hombres. Su venida sobre los discípulos tras la Pascua hizo vibrar sus corazones, les infundió sus dones, de modo que su vida se vio completamente transformada y se hizo transformadora a su alrededor. ¿Habrían reconocido los discípulos al resucitado sin la gracia del Espíritu Santo? ¿Y nosotros, lo reconocemos sin él? ¿Abriremos el corazón para que venga a nosotros?


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Jn 20,19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

viernes, 17 de mayo de 2024

Pedro, ¿me amas?

San Pascual Bailón

Viernes de la VII Semana Pascua

La enorme responsabilidad de guiar a la nueva comunidad de creyentes, la Iglesia, no recae sobre Pedro por sus capacidades, por su valor o por su resolución a la hora de afrontar obstáculos. Pedro es elegido por su amor a Dios y a los destinatarios. Porque el encargo que recibe del Señor se va a hacer desde el amor a Dios. No desde el egoísmo, no desde la arbitrariedad ni desde la voluntad, sino desde el amor al Padre.


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Jn 21,15-19

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».

Él le contestó:

«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice:

«Apacienta mis corderos».

Por segunda vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».

Él le contesta:

«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Él le dice:

«Pastorea mis ovejas».

Por tercera vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».

Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:

«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice:

«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».

Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:

«Sígueme».


jueves, 16 de mayo de 2024

Padre, este es mi deseo...

Jueves de la VII Semana Pascua

La oración de alabanza de Jesús al Padre se transforma en una petición expresa para que en la comunidad cristiana reine el amor como instrumento de unión fraterna y vínculo de filiación. Es este último lo que hace a todos hermanos y como tal han de vivir. Es un don y una tarea inconclusa. El amor comprometido es una exigencia difícil de llevar a cabo, pero que completa al cristiano.


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Jn 17,20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:

«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.

Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».


miércoles, 15 de mayo de 2024

Que sean uno, como nosotros...

San Isidro Labrador

Miércoles de la VII Semana Pascua

La fe es un don personal, pero que se vive en una dimensión comunitaria. La vida de fe no se vive al margen de la comunidad eclesial. Desde el principio, la comunidad cristiana fue consciente de que en ella todos los dones del espíritu cabían y en ella se expresaban con absoluta autenticidad. Pero la diversidad de dones que se manifestaba en la comunidad se asentaba en la unidad de la vida de comunión de amor que la iglesia encarnaba a diario.


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Jn 17,11b-19

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:

«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».


martes, 14 de mayo de 2024

Que os améis unos a otros...

San Matías, apóstol

Martes de la VII Semana Pascua

Una constante alusión del Señor al amor que es el vínculo afectivo y efectivo del discípulo con Dios. Todo gira en torno a él, porque el amor nos hace más libres, entregados y dispuestos. Precisamente es el amor lo que da autenticidad a la misión del discípulo. Sin el vínculo del amor la misión se puede convertir en una tarea, en una responsabilidad o en una carga, pero difícilmente nos identificaremos al 100% con la misión.


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Jn 15,9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».


lunes, 13 de mayo de 2024

Tened valor...

 La Virgen de Fátima

Lunes de la VII Semana de Pascua

En la carrera de la vida del discípulo no son pocas las dificultades. Unas veces surgen de nuestra propia flaqueza, pero otras de nuestro entorno. La vergüenza, la presión social, la desidia, los obstáculos de una sociedad que aparenta ceguera… dificultades que nos ahogan y nos llevan al límite de la rendición. Pero las palabras del Señor en el evangelio de hoy nos tienen que animar a seguir adelante confiando: él ha vencido al mundo. Tengamos valor.


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Jn 16,29-33

En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:

«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».

Les contestó Jesús:

«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

viernes, 10 de mayo de 2024

Nadie os quitará vuestra alegría...

 San Juan de Ávila, presbítero y doctor

Viernes de la VI Semana de Pascua

Del desengaño frustrante del viernes santo, la Pascua nos ha ido conduciendo a una alegría interior, fuerte, intensa y fértil que no se agota en el interior del discípulo, sino que lo desborda. Una alegría que nadie puede quitarte porque te has redescubierto completo y colmado por Dios. Dios se hace grande en ti y tú te sientes engrandecido por la gracia de Dios. ¿Será esta la gloria de Dios? Que el hombre crezca.


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Jn 16,20-23a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.

También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

domingo, 5 de mayo de 2024

El amor más grande...

VI Domingo de Pascua

Nada es más fuerte que el amor. Seguramente muchos pensarán que nada tiene que hacer el amor frente al enorme poder del dios mercado, de la acumulación de riquezas o de las terribles armas de destrucción que los hombres hemos creado para favorecer nuestra propia autodestrucción. Pero no nos engañemos. Esos poderes pueden destruir, pero nunca pueden dar vida, regenerar o crear nuevos puentes y horizontes. Solo el amor es capaz de generar esa fuerza constructiva que desde lo más pequeño puede llevar a provocar un nuevo orden. Así es el amor que Dios nos tiene. Así es el verdadero amor, reflejo de lo mucho que Dios nos ama.


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Jn 15,9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».


viernes, 3 de mayo de 2024

Camino, verdad y vida...

Santos Felipe y Santiago, apóstoles

Viernes de la V Semana Pascua

Camino, verdad y vida. Nada más y nada menos que tres conceptos insustituibles entre los interrogantes del ser humano. Cuántos proyectos emprendemos a lo largo de nuestra existencia. Cuántos caminos que nuestros pies completan. Cuánta búsqueda encaminada al ansiado encuentro con la verdad de todo, de nuestra existencia, de nuestro interior, de nuestra sociedad… En el fondo de todo, cuánta vida implicada y comprometida. Y más profundo, ¿cuál es el auténtico sentido de nuestra vida? ¿Qué o quién nos llena y nos proporciona la ansiada felicidad? Jesucristo es una apuesta certera.


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Jn 14,6-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:

«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice:

«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».

Jesús le replica:

«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».


jueves, 2 de mayo de 2024

Así os he amado yo...

 San Atanasio, obispo  doctor

Jueves de la V Semana Pascua

El vínculo que nos une a Dios no es otro que el amor. Solo permaneciendo unidos por el amor fructificamos. El amor es de las pocas cosas que cuanto más se da, más crece. No es algo que al darlo a los demás se reduzca, no se gasta, no pierde valor. Solo crece cada vez que se derrama. Enriquece a todos y no empobrece a nadie.


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Jn 15,9-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

miércoles, 1 de mayo de 2024

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos...

 San José obrero

Miércoles de la V Semana Pascua

En no pocas ocasiones nos atribuimos los éxitos de nuestras acciones pastorales. Sentimos que los frutos de nuestra misión son consecuencia directa de nuestros actos y olvidamos, por momentos, que en la vida de la fe el Espíritu Santo actúa suscitando, abriendo los sentidos, disponiendo el corazón para acoger la palabra del testigo. No tiene sentido nuestra tarea si no está vinculada a la persona de Jesucristo y a su mensaje.


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Jn 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».