San Juan de Ávila, presbítero y doctor
Viernes de la VI Semana de Pascua
Del
desengaño frustrante del viernes santo, la Pascua nos ha ido conduciendo a una
alegría interior, fuerte, intensa y fértil que no se agota en el interior del
discípulo, sino que lo desborda. Una alegría que nadie puede quitarte porque te
has redescubierto completo y colmado por Dios. Dios se hace grande en ti y tú
te sientes engrandecido por la gracia de Dios. ¿Será esta la gloria de Dios?
Que el hombre crezca.
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Jn 16,20-23a
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En
verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el
mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se
convertirá en alegría.
La
mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero,
en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al
mundo le ha nacido un hombre.
También
vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro
corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
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