Fiesta de la Santísima Trinidad
VIII Domingo del Tiempo Ordinario
No vamos anunciando el evangelio en vuestro nombre. No somos mensajeros ni testigos de nuestro ego… No. El cristiano anuncia la comunión de amor de Dios con sus gestos, con sus palabras y con su actitud. Todo, desde la palabra al servicio a los demás surge de la comunión de amor del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Un amor que cuanto más se da, más crece. Por eso es tan importante nuestra referencia constante a la trinidad.
Mt 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
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