¿Ves un niño? Piensa en sus
valores, su capacidad de asombro y su facilidad para el compromiso y el
seguimiento, para aprender… Pues esas y no otras son las únicas condiciones
para acoger con sinceridad el Evangelio… Abrir el corazón, dejarse seducir,
comprometerse en el seguimiento y aprender constantemente… ¿Qué te queda de ese
niño cautivado por el don de la fe?
Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
En aquel momento, se acercaron
los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el mayor en el reino de los
cielos?
Él llamó a un niño, lo puso en
medio y dijo: En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños,
no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como
este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un
niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de
estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los
cielos el rostro de mi Padre celestial.
¿Qué os parece? Suponed que un
hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en
los montes y va en busca de la perdida? y si la encuentra, en verdad os digo
que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían
extraviado. Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo
que se pierda ni uno de estos pequeños».
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