¡Qué tentador el oficio de tener
el poder y dirigir a los demás! Pero ninguno estamos libres de esa tentación
porque, de una u otra manera, todos tenemos alguna pequeña parcela de poder.
Más peligroso resulta si el poder que se ejerce es sobre las conciencias, sobre
las conductas y actitudes de los otros. Por eso esta dura advertencia del
Señor. El primer puesto es para servir a los demás, no para servirse de los
demás. ¿y yo, qué actitud tengo cuando tengo que dirigir, guiar o gobernar a
los demás? ¿Soy servidor?
Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, habló Jesús a la
gente y a sus discípulos, diciendo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los
escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis
lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se
los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un
dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las
filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en
los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan
reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis
llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois
hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es
vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es
vuestro maestro, el Mesías. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El
que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario