La llegada del Reino de Dios pone
a cada uno en su lugar. Pero cuidado, no somos nosotros los jueces que
decidimos sobre los demás… Ese papel solo le corresponde a Dios. Ahí está
nuestra tentación…
Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, dijo Jesús al
gentío:
El reino de los cielos se parece
también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está
llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y
los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los
ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?
Ellos le responden: Sí.
Él les dijo: Pues bien, un
escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de
familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo.
Cuando Jesús acabó estas
parábolas, partió de allí.
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