¡Cuántas veces llenamos nuestra
vida de cosas y más cosas! Y sin embargo, sabemos de sobra que todo lo material
apenas nos da la felicidad durante un escaso período de tiempo… Jesús es el “verdadero
pan de vida”, quien sacia al hombre y dota de sentido su existencia plena… Nada
lo sustituye…
Juan 6, 24-35
En aquel tiempo, cuando la gente
vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a
Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le
preguntaron: Maestro, ¿cuándo has venido aquí?
Jesús les contestó: En verdad, en
verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis
pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el
alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre;
pues a este lo ha sellado el Padre, Dios.
Ellos le preguntaron: Y, ¿qué
tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?
Respondió Jesús: La obra que Dios
es esta: que creáis en el que él ha enviado.
Le replicaron: ¿Y qué signo haces
tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron
el maná en el desierto, como está escrito: "Pan del cielo les dio a comer".
Jesús les replicó: En verdad, en
verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre
el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja
del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: Señor, danos
siempre de este pan».
Jesús les contestó: Yo soy el pan
de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed
jamás.
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