En el camino de nuestra vida es
habitual sentirnos cansados y agobiados. Son muchas las cosas que atendemos a
diario y nos cuesta sacar todo adelante. En nuestro corazón la voluntad de
querer responder a todas las demandas que la vida nos presenta. Pero ¿acertamos
al elegir dónde reposar nuestras preocupaciones? El Señor acoge nuestro
cansancio, nuestra desesperanza y la transforma. Es el motivo de nuestra
alegría, el sentido de todo lo que hacemos. ¿confiamos en el Señor?
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Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús tomó la
palabra y dijo:
Venid a mi todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para
vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
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