Adviento es el tiempo litúrgico
que precede a la celebración del misterio del nacimiento de Jesús. Dura cuatro
domingos con sus respectivas semanas, comenzando el cuarto domingo anterior al
25 de diciembre. Durante este tiempo, la Iglesia se prepara para recibir al
Señor.
Algunos personajes bíblicos son
esenciales para entender y vivir con mayor intensidad esta preparación. El
profeta Isaías, Juan Bautista y María son modelos de vida asentada en la
esperanza en el Mesías. Pero además su espera fue activa. Por eso su vida y sus
acciones nos ayudan a profundizar en el misterio de la encarnación del Hijo de
Dios.
Durante este tiempo la Iglesia
nos propone que estemos alertas y atentos. Un cristiano que no esté atento a lo
que ocurre a su alrededor y a la voz de Dios que clama en los más necesitados,
es un cristiano que ha perdido la sensibilidad.
La Iglesia nos propone
que nos
dispongamos a recibir al Mesías. Como toda celebración importante de nuestra
vida, esta requiere la preparación necesaria. Pero esta preparación exige una
revisión interior profunda. Preparemos, pues, el corazón para recibir a Dios.
Cuando somos conscientes de esta
realidad, cuando recuperamos la sensibilidad del corazón en cada uno de los milímetros
de nuestra piel, entonces recuperamos la alegría interna, la que nos completa,
la que nos hace felices de verdad. Esa que no se sustituye por ningún objeto
material, por deseado que este sea. Y esa alegría se contagia, se comparte. Se
nota cuando los cristianos peregrinan alegres o cuando deambulan cabizbajos.
La esperanza se hace real a las
puertas de la Navidad. María nos acerca más al misterio de la encarnación.
Desde la incertidumbre, el miedo y la incomprensión inicial, María convirtió
todo ello en certeza a la luz de la fe, meditando todas estas cosas en su
corazón, con una intimidad exquisita con Dios. Es la fe lo que nos proyecta a
un horizonte de sentido radicalmente nuevo. Ese horizonte transforma los
cimientos de nuestra vida. No cabe la desigualdad en este nuevo orden. Por eso
el Adviento se convierte en un momento especialmente solidario como antesala de
una existencia siempre vivida desde la Caridad.
Amigos, ¡comenzamos el Adviento!
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