martes, 18 de junio de 2019

La recompensa...


Hace no muchos años se oía decir que los cristianos de estufa o de sacristía eran maravillosos. Todos los seres humanos son maravillosos. Y todos los creyentes también, por supuesto. Pero es verdad que dentro de los límites en los que vivimos nuestra fe se está muy calentito. Resulta moderadamente fácil amar a los que piensan como tú, pero ¿es igual enfrentarte a los que piensan distinto, a los que no sienten igual? Nuestra fe nos pide que en esas situaciones amemos más…

Mt 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.

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