San Bonifacio, Obispo y Mártir
El deseo de Cristo de que seamos uno se ha visto truncado a lo largo de
los siglos por intereses ajenos a lo religioso. No estamos libres de sentir la
tentación de levantar barreras de personalismos e ideologías que ofenden el
verdadero sentido del mandamiento del amor que el Señor nos dejó. La comunidad
cristiana, la Iglesia local y la Iglesia Universal deben ser el modelo en el
que los creyentes y los hombres se fijen. Deben tender puentes en vez de
levantar barreras. Y tú, ¿tiendes puentes o pones barreras?
Jn 17,11b-19
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
- «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que
sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a
los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la
perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en
el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu
palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy
del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu
palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al
mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la
verdad.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario