Martes de la III Semana de Pascua
El hombre es un ser inacabado y
siempre en estado de búsqueda. Se pone retos, consigue objetivos, alcanza metas
y, aún así, siempre a la búsqueda de algo más. Busca entre todos lo que se le
ofrece aquello que lo complete, que lo colme. Y a pesar de la enorme oferta al
alcance de una buena billetera, no encuentra entre los objetos de consumo aquello
que lo colme. Por eso permanece buscando signos. Jesús se presenta como el
verdadero pan que sacia al hombre. El que llena el corazón humano. Y así lo
experimentan aquellas personas que tienen un verdadero encuentro personal con
él.
Juan 6, 30-35
En aquel tiempo, el gentío dijo a
Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que
veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en
el desierto, como está escrito: "Pan del cielo les dio a comer"».
Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no
fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el
verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da
vida al mundo».
Entonces le dijeron:
«Señor, danos siempre de este
pan».
Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de la vida. El que
viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed».
No hay comentarios:
Publicar un comentario