Lunes de II Semana de Pascua
Cualquiera de nosotros puede ser
hoy Nicodemo. Un hombre abierto a entender la realidad con los cinco sentidos.
Pero un hombre al que le cuesta ir más allá. Le cuesta percibir que tras el
encuentro verdadero con Jesús pueda surgir un hombre radicalmente nuevo. Se
trata de una nueva forma de vida, un nuevo modo de existir desde la óptica de
Dios. Una nueva forma de ser en el mundo con un nuevo orden de prioridades. Hoy
se insiste en que saldremos de esta crisis pero que el mundo será otro. El
mundo será lo que nosotros nos empeñemos en construir. ¿Qué queremos construir
y desde qué prioridades? Lo tendremos que decidir…
Juan 3, 1-8
Había un hombre del grupo de los
fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le
dijo:
«Rabí, sabemos que has venido de
parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces
si Dios no está con él».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el
que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».
Nicodemo le pregunta:
«¿Cómo puede nacer un hombre
siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y
nacer? ».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el
que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que
nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes
de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla
donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así
es todo el que ha nacido del Espíritu».
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