San Marcos Evangelista. Sábado de II Semana de Pascua
La fuerza del Resucitado reside
en su vitalidad transformadora. El encuentro personal con cada discípulo
transforma y fortalece. El encuentro con toda la comunidad cristiana empuja
irremediablemente hacia la misión. Cristo no deja indiferente. Cristo no deja
inmóvil. Quien recibe un regalo tan grande no puede esconderlo.
Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció
Jesús a los once y les dijo:
«ld al mundo entero y proclamad
el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se
salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán
estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán
serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño.
Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor
Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por
todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que
los acompañaban.
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