Miércoles de la VII Semana de Pascua
Frente a la división, el conflicto y los enfrentamientos,
Jesús ora insistente al Padre para pedir por la unidad de los discípulos. Una
unidad que tiene su modelo en la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu.
Juan 17, 11b-19
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús
diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has
dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en
tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el
hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y
digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque
no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del
mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy
del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú
me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me
santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».
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