Corpus Christi
XII Domingo del Tiempo Ordinario
Jesús sanaba a lo que tenían necesidad de curación. Hombres y mujeres cansados y agobiados, con dolencias profundas que rasgan la vida y dejan profundas cicatrices. Ahí es donde Dios actúa. Un Dios que se hace carne, que se hace uno de los nuestros, que se rompe y se desgasta por amor hacia el ser humano. Un Dios que se hace grande mientras se multiplica.
Lucas 9, 11b-17
En aquel tiempo, Jesús se puso hablaba a la gente del reino de Dios y sanaba a los que tenían necesidad de curación.
El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron:
«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».
Él les contestó:
«Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron:
«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».
Porque eran unos cinco mil hombres.
Entonces dijo a sus discípulos:
«Haced que se echen sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».
Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos.
Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.
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