San Lucas, evangelista
Martes de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario
No cargaron sus mochilas de cosas para el camino, no sucediese que el peso de la misma impidiese fijar el objetivo en lo que había en el horizonte. Tampoco se preocuparon en exceso de los obstáculos, ni siquiera de qué decir… Simplemente se fiaron de quién les envió. Y, aunque no lo dice, regresaron alegres.
Lc 10,1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros”».
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