Miércoles de la I Semana del Tiempo Ordinario
¿Recuerdas…? Los ciegos ven, los cojos andan… Sí, así es.
No son pocas las dolencias de los hombres y mujeres que peregrinamos por este
mundo. Y, a pesar de que estamos en la era de los adelantos médicos y
tecnológicos, ahí continúa el ser humano con sus dolencias. Todo el mundo te
busca, Señor.
Mc 1, 29-39:
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con
Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e
inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la
levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los
enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a
muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los
demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro,
se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros
fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para
predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y
expulsando los demonios.
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