San Antonio María Claret, obispo
Martes de la XXIX Semana del T.O.
Las
palabras del Señor suenan a fin, a la segunda venida que los primeros cristianos
creyeron inminente en el tiempo. Pero no dejan de ser una advertencia para
quienes mantenemos viva la esperanza de la llegada definitiva del Reino de
Dios. Y sabemos que no se trata de esperar sentados en el sofá, espectadores de
un escenario que necesita de muchos buenos samaritanos. Por eso nos invita a
ponernos en marcha, a levantarnos de la rutina, a ser seguidores de Cristo.
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Lc 12,35-38
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened
ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los
hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas
venga y llame.
Bienaventurados
aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en
verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá
sirviendo.
Y,
si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así,
bienaventurados ellos».
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