Viernes de la XXVIII Semana del T.O.
No hace falta llevar a cabo grandes gestos reconocidos por el mundo entero. Qué tentación más grande. En la era de los medios audiovisuales y las redes sociales corremos el riesgo de creer que la luz del evangelio se extiende como los likes de las redes. Pero no, el evangelio crece lento y seguro asentado en el interior del hombre, en la escucha de la palabra y en la coherencia de la vida. Esa es la verdadera semilla del Reino.
Lc 12,1-7
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse.
Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en las recámaras se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la "gehenna". A ese tenéis que temer, os lo digo yo.
¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios.
Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.
No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».
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