Viernes de la III Semana de Adviento
La alegría desbordante de María ante lo que está aconteciendo en su vida se transforma en una oración de agradecimiento. María ha respondido a la llamada de Dios con generosidad y en ello reconoce la grandeza de Dios. A través de ella va a realizar cosas grandes por el pueblo elegido. Ella es e medio por el que Dios responde a la desesperanza de un pueblo reprimido y silenciado. Pero la fe del pequeño resto de Israel ha tenido efecto, Dios, de nuevo, ha escuchado el clamor de su pueblo. Contempla que cosas grandes ha hecho Dios en tu vida...
Lc 1,46-56
En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
"se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava".
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
"su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación".
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
"derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia"
-como lo había prometido a "nuestros padres"-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.
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