lunes, 30 de septiembre de 2024

El que no está contra vosotros, está a favor vuestro...

 San Jerónimo, presbítero y doctor

Lunes de la XXVI semana del T.O.

Qué difícil es discernir los signos de los tiempos. Y mucho más juzgar las intenciones verdaderas de quien hace las cosas. Pero que ligereza nos reservamos para etiquetar al de al lado. Solo a los ojos del evangelio caminaremos por el camino que Dios quiere para nosotros.


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Lc 9,46-50

En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.

Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:

«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».

Entonces Juan tomó la palabra y dijo:

«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros».

Jesús le respondió:

«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».

domingo, 29 de septiembre de 2024

Si tu ojo te induce a pecar, sácatelo...

 XXVI Domingo del T.O.

Qué fácil nos resulta sentenciar a los otros y poner barreras insalvables entre los buenos y los malos, los míos y los que no piensan como yo. Ponemos enseguida el ojo en aquellos que parece que son la competencia, pero no, la misión es del Señor y nos ha elegido a todos para llevarla a cabo. Pero cuidado, que el peligro no está fuera, está dentro de la comunidad, especialmente en aquello que suena a escándalo, que es contrario al evangelio, a lo que Dios quiere de nosotros.


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Mc 9,38-43.45.47-48

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».

Jesús respondió:

«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.

Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”.

Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».

viernes, 27 de septiembre de 2024

¿Quién dices que soy yo?

 San Vicente de Paúl

Viernes de la XXV Semana del T.O.

Tras la curiosidad de ayer de Herodes, la pregunta esencial para todo discípulo ¿quién es Jesús para ti? ¿Qué buscas y qué encuentras en él? De ahí depende todo. Las relaciones, la identidad y la esencia y el estilo de ser cristiano. También hoy, cuando serlo parece lo más irrelevante de la sociedad.


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Lc 9,18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:

«¿Quién dice la gente que soy yo?».

Ellos contestaron:

«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Pedro respondió:

«El Mesías de Dios».

Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Porque decía:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

jueves, 26 de septiembre de 2024

Y tenía ganas de verlo...

 Jueves de la XXV Semana del T.O.

Podríamos pensar que Jesús solo interesa a los pobres, a los tristes, a los enfermos o a los desheredados de la sociedad de su época. Pero no es verdad. La pregunta por Jesucristo ha afectado a los seres humanos. Es cierto que hay distintas motivaciones, pero nadie queda indiferente ante la presencia de Dios en la historia.


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Lc 9,7-9

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Herodes se decía:

«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».

Y tenía ganas de verlo.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

No llevéis nada para el camino...

 Miércoles de la XXV Semana del T.O.

No llevéis nada para el camino… Esas son las palabras de Jesús a sus discípulos. Nada distinto a lo que hoy el Señor nos sigue pidiendo. No cargues con pesadas mochilas que solo son ataduras. Pero cada vez que salimos a anunciar el evangelio nosotros seguimos pensando en recursos materiales y nos cargamos de ellos. Se nos olvida la pasión, la fe y la confianza. El testigo anuncia con su propia vida. Nuestros rostros muestran la felicidad que Dios ha puesto en nuestras vidas. ¿Por qué apagar nuestras sonrisas con materiales? ¿Es que Dios no he llenado suficientemente nuestra existencia?


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Lc 9,1-6

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.

Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:

«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.

Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.

Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».

Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

martes, 24 de septiembre de 2024

Mi madre y mis hermanos son estos...

 Martes de la XXV Semana del T.O.

Jesús no excluye los lazos de sangre de las relaciones humanas, sino que establece nuevos vínculos. Esa novedad radica en la voluntad inequívoca de todos aquellos llamados por Dios, que sienten profundamente en su interior que la llamada de Dios Padre genera una familiaridad especial, los hijos de Dios que se sienten una nueva familia, una fraternidad que traspasa los lazos sanguíneos.


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Lc 8,19-21

En aquel tiempo, vinieron a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.

Entonces le avisaron:

«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».

Él respondió diciéndoles:

«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

lunes, 23 de septiembre de 2024

Que vean la luz...

 San Pío de Pietrelcina

Lunes de la XXV Semana del T.O.

Cuando recibimos una buena noticia que nos afecta especialmente se nos nota enseguida. Nuestro rostro se alegra y estamos radiantes. Salimos y contamos a nuestros familiares y amigos lo bueno que nos acaba de ocurrir. Ser tocado por el dedo de Dios nos conduce a una situación similar. Nos llena el corazón y no podemos dejarlo a un lado. Entonces, ¿por qué los cristianos a veces parece que estamos tan tristes? ¿Es que Dios no nos ha mirado?


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Lc 8,16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.

Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.

Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

domingo, 22 de septiembre de 2024

Quien quiera ser el primero...

 Domingo XXV del T.O.

No resulta fácil en el siglo XXI entender que ocupar los primeros puestos son un servicio a la comunidad, o a la Iglesia. Muchos entienden que ocupar cargos supone un orgullo de recalar en los primeros puestos. No es así para los seguidores de Cristo. El evangelio es claro: para ser el primero entre los demás hay que ponerse al servicio de, no servirse de para colgarse medallas. No está ajena la comunidad de los creyentes de esta tentación.


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Mc 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.

Les decía:

«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».

Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.

Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:

«¿De qué discutíais por el camino?».

Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.

Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:

«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».

Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:

«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

viernes, 20 de septiembre de 2024

Y por algunas mujeres...

 San Andrés Kim Taegon y San Pablo Chong Hasang

Jueves de la XXIV Semana del T.O.

Puede que todavía alguien quiera ponerlo en duda, pero no, para Dios todos somos personas, somos sus hijos, llamados a seguirle y a anunciarle, a ser continuadores de su misión, co-creadores y co-protagonistas del reino de Dios. Hombres y mujeres, creyentes fieles y leales a un proyecto de vida que nos llena. Pretender reducir la misión de Dios al protagonismo de los hombres no es lo más evangélico.


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Lc 8,1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

jueves, 19 de septiembre de 2024

Porque ha amado mucho...

 Jueves de la XXIV Semana del T.O.

Tenemos que reconocer que nos encanta emitir juicios rápidos, casi sin escuchar ni mirar a fondo las situaciones y a las personas. Ni siquiera nos molestamos en preguntarnos si las cosas no serán de otra manera. Y si además hay criterios o normas morales o religiosas nos envalentonamos con facilidad. Pero si de verdad seguimos a Cristo, deberíamos darle una oportunidad en nuestra vida. La de ver la realidad y, sobre todo, a las personas con los ojos de la fe y del amor. Con los que el Señor nos mira a nosotros. ¡Ay si Dios nos mirase a nosotros como nosotros miramos a nuestros hermanos!


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Lc 7,36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:

«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora».

Jesús respondió y le dijo:

«Simón, tengo algo que decirte».

Él contestó:

«Dímelo, Maestro».

Jesús le dijo:

«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?».

Respondió Simón y dijo:

«Supongo que aquel a quien le perdonó más».

Le dijo Jesús:

«Has juzgado rectamente».

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».

Y a ella le dijo:

«Han quedado perdonados tus pecados».

Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:

«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?».

Pero él dijo a la mujer:

«Tu fe te ha salvado, vete en paz».

miércoles, 18 de septiembre de 2024

Niños que, sentados en la plaza, gritan...

Miércoles de la XXIV Semana del T.O.

No somos distintos a aquella generación que Jesús ponía en entredicho. Seguimos siendo una generación insatisfecha, porque el ser humano, en general, es un ser que no se siente satisfecho nunca, que busca, que curiosea y que nada lo colma. Pero tampoco ponemos de nuestra parte todo lo que hay que poner. Quizá buscamos donde no hay, aquello que no nos completa, … quizás…


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Lc 7,31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor:

«¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?

Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: “Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».


martes, 17 de septiembre de 2024

Dios ha visitado a su pueblo...

 Martes de la XXIV Semana T.O.

Jesús se compadece ante el sufrimiento de la viuda de Naín. Pero no se queda en la pena, Dios actúa y sana al hijo y a la madre. Al mismo tiempo el gentío reconoce en el gesto la presencia de Dios. Puede que hoy nos falte dar sentido de fe a nuestros gestos. En no pocas ocasiones decimos que nos ponemos al lado de quien sufre, pero ¿aportamos soluciones? ¿reconocen los demás nuestro gesto como obra de un creyente?


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Lc 7,11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.

Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.

Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:

«No llores».

Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:

«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».

El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.

Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo:

«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».

Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

lunes, 16 de septiembre de 2024

Merece que se lo concedas...

San Cornelio y San Cipriano

Lunes de la XXIV Semana del T.O.

Nos encontramos ante un personaje, un centurión romano (perteneciendo a un pueblo opresor), que es reconocido como buena gente, eso que llamamos gente de buena voluntad. No era cercano al judaísmo oficial, considerado entre los paganos (por no decir enemigos del judaísmo). Hoy lo pondríamos entre los alejados de la iglesia. Pero no podríamos colocarlo entre los enemigos de la fe. De hecho es un hombre abierto a la intervención de Dios en su vida, de los que están buscando. Y Dios que ve más allá de las apariencias ha mirado su corazón y su fe y así le ha respondido positivamente. ¡Cuánto que reflexionar!


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Lc 7,1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.

Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:

«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».

Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:

«Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».

Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:

«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».

Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.


domingo, 15 de septiembre de 2024

Si alguno quiere venir en pos de mí...

XXIV Domingo del T.O.

La imagen del Mesías que el pueblo judío esperaba no se corresponde al 100% con el Mesías real y concreto. Mientras el judaísmo esperaba un Mesías triunfante desde el minuto cero, Dios se presenta como el siervo que sufre de Isaías. Y así se lo intenta hacer ver a sus discípulos, aunque no lo entienden hasta después de la resurrección. La fe no es solo un espejismo, la fe compromete, y de qué manera. La fe exige una respuesta comprometida con Dios, con uno mismo y con los demás.


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Mc 8,27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:

«¿Quién dice la gente que soy yo?».

Ellos le contestaron:

«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».

Tomando la palabra Pedro le dijo:

«Tú eres el Mesías».

Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.

Y empezó a instruirlos:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».

Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:

«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».


viernes, 13 de septiembre de 2024

Sácate primero la viga de tu ojo...

San Juan Crisóstomo, obispo y doctor

Viernes de la XXIII semana del T.O.

Nos resulta fácil mirar a los demás por una mirilla estrecha, mientras a nosotros mismos nos miramos de forma más laxa. Somos muy dados a ser permisivos con lo nuestro y ser excesivamente rigurosos con lo que hacen los demás. Y el caso es que no nos gusta que nos traten de manera injusta. Para ello tendremos que ir cambiando nuestros criterios y prioridades y nada mejor que pasarlos por los filtros del evangelio. ¿O vamos a seguir exigiendo a los demás lo que nosotros no estamos dispuestos a dar?


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Lc 6,39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».


jueves, 12 de septiembre de 2024

Tratad a los demás como os gusta que os traten...

Santísimo nombre de María

Jueves de la XXIII semana del T.O.

La opción por los más pobres no es un capricho divino, ni un argumento de rentabilidad publicitaria. No. Es un argumento profundo, coherente con la misma esencia de Dios. Un Dios que se define como amor es un Dios que acoge, que espera, que anima y hace crecer. Es un Dios que promociona al ser humano, a cada uno de nosotros, y brinda a los que menos oportunidades tienen la mayor de las oportunidades, la de ser hijos de Dios. Y esto tiene consecuencias reales y concretas, el compromiso de amor palpable con todos.


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Lc 6,27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».


miércoles, 11 de septiembre de 2024

Bienaventurados...

Miércoles de la XXIII semana del T.O.

La predilección de Dios por aquellos que la propia sociedad aparta queda patente en estas palabras de Jesús. No es una simple teoría, Dios ha tomado partido. Y lo ha hecho por los pobres, los hambrientos, los que lloran, los excluidos… Aquellos que se sienten autosuficientes ha decidido no hacer hueco a Dios y a sus preferidos… ¿Es posible que hayamos saciado nuestra vida de cosas y no dejemos un hueco a Dios o a los pobres?


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Lc 6,20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:

«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!

¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».


martes, 10 de septiembre de 2024

Escogió de entre ellos a doce...

Martes de la XXIII semana del T.O.

Con la elección de los doce apóstoles Jesús abre un horizonte nuevo. A partir de ahora Dios comparte con los elegidos la misión. Los hace coprotagonistas de la irrupción del nuevo reino, a sabiendas que la misión los acoge a ellos, pero no es de ellos, es la misión de Dios, por eso el objetivo no cambia, se mantiene tal y como Dios la ha diseñado y así sigue hasta hoy…


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Lc 6,12-19

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.


lunes, 9 de septiembre de 2024

Estaban al acecho...

San Pedro Claver, prebítero

Lunes de la XXIII semana del T.O.

La diferencia entre la rigidez humana y la voluntad de Dios se vislumbra en el evangelio de hoy. El hombre no tiene ojos para ver más allá de las ataduras de una norma escrita, mientras que Dios ha puesto en el centro de su mirada el bien del hombre. Quizá debemos reflexionar sobre nuestras formas de mirar alrededor y, especialmente, a nuestros hermanos, a quienes podemos esclavizar o liberar. 


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Lc 6,6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.

Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.

Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.

Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:

«Levántate y ponte en medio».

Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo:

«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».

Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:

«Extiende tu mano».

Él lo hizo y su mano quedó restablecida.

Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.


domingo, 8 de septiembre de 2024

Ábrete...

 XXIII Domingo del T.O.

La irrupción de Dios se describe en la profecía de Isaías con el símbolo de la curación de la sordera. Oídos que se abren para sanar y liberar a los pobres. Santiago insiste en la predilección de Dios por los más pobres. Y Jesús cura a un sordo que le presentan, un signo de la presencia sanadora y esperanzadora de Dios en medio de los hombres. Un gesto del nuevo reino. Pero además un gesto reconocible por todos de la presencia de Dios. 


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Mc 7,31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.

Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:

«Effetá» (esto es, «ábrete»).

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.

Y en el colmo del asombro decían:

«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».


viernes, 6 de septiembre de 2024

A vino nuevo...

 Viernes de la XXII Semana del T.O.

Si en la Palabra de Dios del domingo pasado se advertía de la importancia capital de la escucha de la Palabra de Dios frente a las tradiciones y las normas humanas, el evangelio de hoy insiste en este asunto. El lenguaje de Dios afecta a lo más profundo del hombre, a aquello que le proporciona el sentido a su existencia y vacía de valor a las normas humanas obsoletas, anticuadas y sin sentido. Hay que dejar que la Palabra de Dios traspase la epidermis y llegue a lo más íntimo para que todo lo que hacemos tenga pleno sentido y nos llene de Vida.


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Lc 5,33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:

«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».

Jesús les dijo:

«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».

Les dijo también una parábola:

«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.

A vino nuevo, odres nuevos.

Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "El añejo es mejor"».

jueves, 5 de septiembre de 2024

No temas...

 Jueves de la XXII Semana del T.O.

La novedad y lo desconocido ponen en alerta a Simón a Santiago y a Juan. Y ante lo desconocido, ante el misterio, aparece el temor. Un miedo que normalmente nos paraliza, nos ata y nos esclaviza. Pero Jesús no quiere para su discipulado hombres miedosos, sino hombres que con fe sean capaces de arriesgarse y atreverse a convertirse en pescadores de hombres, en misioneros y testigos de un reino más nuevo y más grande.


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Lc 5,1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.

Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».

Respondió Simón y dijo:

«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:

«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Y Jesús dijo a Simón:

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

También a las otras ciudades... para esto he sido enviado

 Miércoles de la XXII Semana del T.O.

La misión de Jesús acaba de empezar. Tras declarar en la sinagoga el cumplimiento de la profecía de Isaías en su persona, comienzan a producirse los signos del anuncio. La suegra de Simón, enferma, se levanta de manera inmediata. Pero tras ella muchos más enfermos vienen a Jesús. Son los necesitados de médico los que acuden a ser sanados. Pero también aquellos que de un modo u otro están atados y esclavizados sienten la liberación. Y una novedad, la misión de Dios no es solo para el pueblo de Israel. No, el Reino de Dios es mucho más amplio que las fronteras físicas que el hombre se impone.


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Lc 4,38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón.

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.

Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:

«Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.

La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.

Pero él les dijo:

«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de Judea.

martes, 3 de septiembre de 2024

¿Qué clase de palabra es esta?

 San Gregorio Magno, papa y doctor

Martes de la XXII Semana del T.O.

El domingo escuchábamos cómo la Palabra de Dios estaba por encima de las normas y tradiciones humanas. Dios quiere para el hombre todo lo bueno, mientras las normas de los hombres nos atan y esclavizan dejando a un lado la voluntad de Dios de darse a los otros en el cuidado de aquellos que no tienen las mismas oportunidades. Hoy escuchamos cómo la misma Palabra de Dios tiene autoridad porque no es solo palabra, se hace realidad. Es palabra que encuentra respuesta concreta en su cumplimiento. Eso es lo que la dota de autoridad.


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Lc 4,31-37

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.

Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:

«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».

Pero Jesús le increpó diciendo:

«¡Cállate y sal de él!».

Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.

Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:

«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».

Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.