lunes, 16 de septiembre de 2024

Merece que se lo concedas...

San Cornelio y San Cipriano

Lunes de la XXIV Semana del T.O.

Nos encontramos ante un personaje, un centurión romano (perteneciendo a un pueblo opresor), que es reconocido como buena gente, eso que llamamos gente de buena voluntad. No era cercano al judaísmo oficial, considerado entre los paganos (por no decir enemigos del judaísmo). Hoy lo pondríamos entre los alejados de la iglesia. Pero no podríamos colocarlo entre los enemigos de la fe. De hecho es un hombre abierto a la intervención de Dios en su vida, de los que están buscando. Y Dios que ve más allá de las apariencias ha mirado su corazón y su fe y así le ha respondido positivamente. ¡Cuánto que reflexionar!


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Lc 7,1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.

Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:

«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».

Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:

«Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».

Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:

«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».

Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.


domingo, 15 de septiembre de 2024

Si alguno quiere venir en pos de mí...

XXIV Domingo del T.O.

La imagen del Mesías que el pueblo judío esperaba no se corresponde al 100% con el Mesías real y concreto. Mientras el judaísmo esperaba un Mesías triunfante desde el minuto cero, Dios se presenta como el siervo que sufre de Isaías. Y así se lo intenta hacer ver a sus discípulos, aunque no lo entienden hasta después de la resurrección. La fe no es solo un espejismo, la fe compromete, y de qué manera. La fe exige una respuesta comprometida con Dios, con uno mismo y con los demás.


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Mc 8,27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:

«¿Quién dice la gente que soy yo?».

Ellos le contestaron:

«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».

Tomando la palabra Pedro le dijo:

«Tú eres el Mesías».

Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.

Y empezó a instruirlos:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».

Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:

«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».


viernes, 13 de septiembre de 2024

Sácate primero la viga de tu ojo...

San Juan Crisóstomo, obispo y doctor

Viernes de la XXIII semana del T.O.

Nos resulta fácil mirar a los demás por una mirilla estrecha, mientras a nosotros mismos nos miramos de forma más laxa. Somos muy dados a ser permisivos con lo nuestro y ser excesivamente rigurosos con lo que hacen los demás. Y el caso es que no nos gusta que nos traten de manera injusta. Para ello tendremos que ir cambiando nuestros criterios y prioridades y nada mejor que pasarlos por los filtros del evangelio. ¿O vamos a seguir exigiendo a los demás lo que nosotros no estamos dispuestos a dar?


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Lc 6,39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».


jueves, 12 de septiembre de 2024

Tratad a los demás como os gusta que os traten...

Santísimo nombre de María

Jueves de la XXIII semana del T.O.

La opción por los más pobres no es un capricho divino, ni un argumento de rentabilidad publicitaria. No. Es un argumento profundo, coherente con la misma esencia de Dios. Un Dios que se define como amor es un Dios que acoge, que espera, que anima y hace crecer. Es un Dios que promociona al ser humano, a cada uno de nosotros, y brinda a los que menos oportunidades tienen la mayor de las oportunidades, la de ser hijos de Dios. Y esto tiene consecuencias reales y concretas, el compromiso de amor palpable con todos.


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Lc 6,27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».


miércoles, 11 de septiembre de 2024

Bienaventurados...

Miércoles de la XXIII semana del T.O.

La predilección de Dios por aquellos que la propia sociedad aparta queda patente en estas palabras de Jesús. No es una simple teoría, Dios ha tomado partido. Y lo ha hecho por los pobres, los hambrientos, los que lloran, los excluidos… Aquellos que se sienten autosuficientes ha decidido no hacer hueco a Dios y a sus preferidos… ¿Es posible que hayamos saciado nuestra vida de cosas y no dejemos un hueco a Dios o a los pobres?


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Lc 6,20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:

«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!

¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».


martes, 10 de septiembre de 2024

Escogió de entre ellos a doce...

Martes de la XXIII semana del T.O.

Con la elección de los doce apóstoles Jesús abre un horizonte nuevo. A partir de ahora Dios comparte con los elegidos la misión. Los hace coprotagonistas de la irrupción del nuevo reino, a sabiendas que la misión los acoge a ellos, pero no es de ellos, es la misión de Dios, por eso el objetivo no cambia, se mantiene tal y como Dios la ha diseñado y así sigue hasta hoy…


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Lc 6,12-19

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.


lunes, 9 de septiembre de 2024

Estaban al acecho...

San Pedro Claver, prebítero

Lunes de la XXIII semana del T.O.

La diferencia entre la rigidez humana y la voluntad de Dios se vislumbra en el evangelio de hoy. El hombre no tiene ojos para ver más allá de las ataduras de una norma escrita, mientras que Dios ha puesto en el centro de su mirada el bien del hombre. Quizá debemos reflexionar sobre nuestras formas de mirar alrededor y, especialmente, a nuestros hermanos, a quienes podemos esclavizar o liberar. 


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Lc 6,6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.

Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.

Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.

Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:

«Levántate y ponte en medio».

Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo:

«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».

Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:

«Extiende tu mano».

Él lo hizo y su mano quedó restablecida.

Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.


domingo, 8 de septiembre de 2024

Ábrete...

 XXIII Domingo del T.O.

La irrupción de Dios se describe en la profecía de Isaías con el símbolo de la curación de la sordera. Oídos que se abren para sanar y liberar a los pobres. Santiago insiste en la predilección de Dios por los más pobres. Y Jesús cura a un sordo que le presentan, un signo de la presencia sanadora y esperanzadora de Dios en medio de los hombres. Un gesto del nuevo reino. Pero además un gesto reconocible por todos de la presencia de Dios. 


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Mc 7,31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.

Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:

«Effetá» (esto es, «ábrete»).

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.

Y en el colmo del asombro decían:

«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».


viernes, 6 de septiembre de 2024

A vino nuevo...

 Viernes de la XXII Semana del T.O.

Si en la Palabra de Dios del domingo pasado se advertía de la importancia capital de la escucha de la Palabra de Dios frente a las tradiciones y las normas humanas, el evangelio de hoy insiste en este asunto. El lenguaje de Dios afecta a lo más profundo del hombre, a aquello que le proporciona el sentido a su existencia y vacía de valor a las normas humanas obsoletas, anticuadas y sin sentido. Hay que dejar que la Palabra de Dios traspase la epidermis y llegue a lo más íntimo para que todo lo que hacemos tenga pleno sentido y nos llene de Vida.


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Lc 5,33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:

«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».

Jesús les dijo:

«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».

Les dijo también una parábola:

«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.

A vino nuevo, odres nuevos.

Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "El añejo es mejor"».

jueves, 5 de septiembre de 2024

No temas...

 Jueves de la XXII Semana del T.O.

La novedad y lo desconocido ponen en alerta a Simón a Santiago y a Juan. Y ante lo desconocido, ante el misterio, aparece el temor. Un miedo que normalmente nos paraliza, nos ata y nos esclaviza. Pero Jesús no quiere para su discipulado hombres miedosos, sino hombres que con fe sean capaces de arriesgarse y atreverse a convertirse en pescadores de hombres, en misioneros y testigos de un reino más nuevo y más grande.


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Lc 5,1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.

Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».

Respondió Simón y dijo:

«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:

«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Y Jesús dijo a Simón:

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

También a las otras ciudades... para esto he sido enviado

 Miércoles de la XXII Semana del T.O.

La misión de Jesús acaba de empezar. Tras declarar en la sinagoga el cumplimiento de la profecía de Isaías en su persona, comienzan a producirse los signos del anuncio. La suegra de Simón, enferma, se levanta de manera inmediata. Pero tras ella muchos más enfermos vienen a Jesús. Son los necesitados de médico los que acuden a ser sanados. Pero también aquellos que de un modo u otro están atados y esclavizados sienten la liberación. Y una novedad, la misión de Dios no es solo para el pueblo de Israel. No, el Reino de Dios es mucho más amplio que las fronteras físicas que el hombre se impone.


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Lc 4,38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón.

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.

Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:

«Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.

La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.

Pero él les dijo:

«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de Judea.

martes, 3 de septiembre de 2024

¿Qué clase de palabra es esta?

 San Gregorio Magno, papa y doctor

Martes de la XXII Semana del T.O.

El domingo escuchábamos cómo la Palabra de Dios estaba por encima de las normas y tradiciones humanas. Dios quiere para el hombre todo lo bueno, mientras las normas de los hombres nos atan y esclavizan dejando a un lado la voluntad de Dios de darse a los otros en el cuidado de aquellos que no tienen las mismas oportunidades. Hoy escuchamos cómo la misma Palabra de Dios tiene autoridad porque no es solo palabra, se hace realidad. Es palabra que encuentra respuesta concreta en su cumplimiento. Eso es lo que la dota de autoridad.


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Lc 4,31-37

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.

Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:

«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».

Pero Jesús le increpó diciendo:

«¡Cállate y sal de él!».

Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.

Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:

«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».

Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Hoy se ha cumplido esta escritura...

 Lunes de la XXII Semana del T.O.

El programa de Dios no es nuevo. Desde muy antiguo es el mismo. Y así aparecía en la profecía de Isaías y que ahora Jesucristo confirma con esa frase lapidaria: “hoy se ha cumplido esta escritura”. Un programa que no es otro que el amor hecho concreción en la atención a los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos… Un programa que Jesús hizo realidad y lo llevó a la cruz. Un programa que Dios confirmó en la resurrección. Un programa que la iglesia y los cristianos debemos actualizar. El evangelio de hoy nos interroga a todos. ¿Qué Iglesia para qué misión?


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Lc 4,16-30

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,

porque él me ha ungido.

Me ha enviado a evangelizar a los pobres,

a proclamar a los cautivos la libertad,

y a los ciegos, la vista;

a poner en libertad a los oprimidos;

a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

Y él comenzó a decirles:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.

Y decían:

«¿No es este el hijo de José?».

Pero Jesús les dijo:

«Sin duda me diréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo", haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».

Y añadió:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

domingo, 1 de septiembre de 2024

Dejáis a un lado el mandamiento de Dios...

 XXII Domingo del T.O.

Las advertencias de Jesús a la comunidad son constantes. Dedica tiempo y energías para recordarles que los discípulos del Señor tienen que discernir la voluntad de Dios y no dejar que las normas humanas, sujetas a las circunstancias del momento, de la cultura o de las ideologías acaben por nublar y oscurecer lo que Dios quiere. Lo que Dios quiere es más simple, pero más grande. Se basa esencialmente en el amor. Pero un amor de verdad, no de los de apariencia o moda.


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Mc 7,1-8.14-15.21-23

En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).

Y los fariseos y los escribas le preguntaron:

«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».

Él les contestó:

«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:

“Este pueblo me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí.

El culto que me dan está vacío,

porque la doctrina que enseñan

son preceptos humanos”.

Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».

Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:

«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.

Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».