San Pío de Pietrelcina
Lunes de la XXV Semana del T.O.
Cuando recibimos una buena
noticia que nos afecta especialmente se nos nota enseguida. Nuestro rostro se
alegra y estamos radiantes. Salimos y contamos a nuestros familiares y amigos
lo bueno que nos acaba de ocurrir. Ser tocado por el dedo de Dios nos conduce a
una situación similar. Nos llena el corazón y no podemos dejarlo a un lado.
Entonces, ¿por qué los cristianos a veces parece que estamos tan tristes? ¿Es
que Dios no nos ha mirado?
Lc 8,16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús al
gentío:
«Nadie que ha encendido una
lámpara, la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone
en el candelero para que los que entren vean la luz.
Pues nada hay oculto que no
llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís, pues al
que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».
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